lunes, 29 de diciembre de 2008

Los olvidados


Siempre me parecieron interesantes las distintas formas de afrontar estas fechas navideñas por parte de la gente. Normalmente hay dos sensaciones claramente diferenciadas: la de los que se hinchan de alegría por la vuelta a casa, el disfrute de las opíparas comidas y las noches de vino y luces. Para ellos los días son cortos y las noches más aún, son fechas para reencontrarse con viejos amigos. Es, a veces, el único momento en que podemos disfrutar de la compañía de algunos, que bien por vivir lejos, bien por lo que sea, sabemos que quizás tardaremos en verlos de nuevo y, quizás, sin ánimo fatalista, hasta tardemos varios años en volver a ver. También son fechas en que, casi siempre nos encontramos a esa persona de la quizás nos habíamos olvidado y, por eso de estar en la ciudad de nuestra infancia, nos la volvemos a encontrar, y, aunque a veces ni la saludemos, otras veces podemos incluso cruzar unas palabras recordando las mismas batallas de siempre o algunas que ya habíamos olvidado. Para bien o para mal, una parte, a veces entrañable, otras veces hiriente, sale a flote y nos recuerda quiénes somos realmente. Y eso puede ser tanto reconfortante como doloroso.
En fin, creo que el lado positivo, amable de estas fechas es el que impera, pero también creo que hay que tener en cuenta a ese otro grupo de personas que, lejos de disfrutar de estas fechas, las sufren. Esos grinchs que odian la Navidad. Siempre me pregunté cómo alguien puede odiar la Navidad. Regalos, fiesta, luces, turrón, champagne... Parece el tipo de vida que cualquiera quisiera vivir de forma vitalicia. Pero no es tan fácil. Para mí hay dos tipos de infelicidad: aquella que puede, si no aplacarse, rebajarse con dosis de fiesta, buena compañía y la alegría típica de estas fechas; el otro tipo es una infelicidad más difícil de superar. Y para ésta, no sé cuál es la solución, pues lo que era una solución para la primera, a ésta no la hace si no espeorar. Algunas veces, de forma involuntaria, la felicidad de los otros no sirve más que para ahondar en la desgracia propia, por envidia poco sana. Estos son los olvidados, aquellos que desean que todo vuelva a la normalidad y que las luces se apaguen porque para ellos no hay nada que celebrar.
Seais del grupo que seais, feliz Navidad a todos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El último tango en Madrid



Al principio, al señor A, poco dado a aquel tipo de eventos musicales, se presentó sin demasiado entusiasmo, a pesar de haber ingerido previamente un par de las que aquí llaman cervezas y de haber disfrutado de un monólogo que un simpático artista le regaló en su viaje hacia el Sol.
Le parecía extraña la apariencia del astro por dentro, aunque cierto es que hasta ese momento sólo lo había visto desde kilómetros de distancia y durante breves instantes, puesto que un extraño brillo le cegaba cada vez que intentaba fijar su vista en él.
Sabía que en cualquier momento se pondría en funcionamiento y el calor allí dentro sería insoportable, por lo que decidió refrigerarse con un par de pares de cervezas que un simpático muchacho le servía a cambio de una firma en un papel y un trozo de plástico. Le alegró el hecho de que alli dentro las cosas funcionaran de esta manera, alejada de nuestra materialista civilización, alejada de una economía de mercado asfixiante. Lejos de pedirte dinero a cambio de los bienes que allí ofrecían, se conformaban con que les mostrasen una foto propia, y les dedicasen un autógrafo. Supuso que lo del autógrafo se debía a que quizás le confundieron con alguna estrella del mundo de la canción, algo que no le sorprendió por su consabido parecido a Miky Puig, o quizás también porque al término del concierto elegirían al rey y la reina del baile, algo que le agradaría sobremanera. Sea como fuere, el hecho es que las cervezas no surtían efecto y el calor empezaba a ser insoportable.
Cuando terminó la última cerveza, notó que el camarero esbozaba una socarrona sonrisa mientras le miraba y comentaba algo al oído de su compañero. Pero como se hallaba en una tierra totalmente desconocida para él, no entendió lo que decían, aunque realmente el idioma era bastante similar al suyo, pues palabras como borracho y largo de aquí se pronuncían de una forma casi exacta al castellano.
En fin, cuando el camarero le comentó algo, no le entendió, y debió dar por hecho que él no era de allí y acto seguido se dirigió a su persona en un perfecto castellano. "¿Le pongo otra?", inquirió. "No, gracias", dijo. "Soy un tanto frugal en este tipo de eventos". Haciendo caso omiso a su recato, le sirvió lo que parecía una coca cola, eso sí, mezclada con algún tipo de brebaje, de color melifluo y sabor rancio, que no le agradó lo más mínimo. Supuso que sería algún tipo de medicina para prevenir el catarro, pues aún se sentía un tanto convaleciente a causa de uno sufrido semanas atrás. En seguida el efecto fue poderosamente positivo y notó no sólo que sus músculos crecían hasta llegar a tener un tamaño desorbitado, sino que también, en un descanso que aprovechó para ir al servicio, se vio extrañamente apuesto, algo fuera de lo normal. Creo que la gente también lo notó, pues al volver le miraban de otra manera, eso sí, algunas caras parecían más de lástima que de cortejo. Supuso que la envidia se había despertado en algunos.
Terminó el concierto, cuyas letras no entendía, pues también, cómo no, habían sido escritas en extranjero, supuso, para que el respetable las entendiese. A partir de aquí, su memoria empieza a ser más bien escasa. Dio por hecho que su metabolismo no digirió como debiera el medicamento antes mencionado. Realmente no recordaba ninguna conversación. Más bien tenía retenidas, a punto de ser enviadas a la papelera de reciclaje, algunas fotografías. Se las describo a continuación en orden, creo, cronológico:

1) El señor A pide una cerveza a un camarero en algún bar de Madrid, de vuelta al planeta Tierra.
2) El señor A pide comida a un camarero, quien sorprendido, se la niega rotundamente y repetidas veces.
3) El señor A micciona.
4) El señor A pide comida al camarero, quien no parece alegrarse por la petición.
5) El señor A se topa con el señor M y se esfuerza por articular algún sonido, parece ser, en el idioma aprendido en El Sol.
6) El señor A se esfuerza por permancer de pie.
7) El señor A compra dos rosas, por dos euros. Le parece que ha cerrado un negocio cojonudo, hasta el punto de sentir que ha timado al inocente comprador. Esboza una sonrisa levemente, para ocultar su satisfacción. El señor A regala una de las rosas a la señorita E y se pregunta por qué compró dos rosas y no una. No sabe qué hacer con la segunda rosa y no recuerda qué hizo.
8) El señor A entra en una sala de baile con un grupo de gente, entre los que se hallaba el señor M. Encandilado por la música y maravillado por la extensión y la madera de la pista de baile, da rienda suelta a su arte y deleita a los asistentes con algo que él cree es un tipo de baile. El señor A termina el baile entre orgulloso y avergonzado. Esto último lo sintió al darse la vuelta y ver las caras de sus acompañantes.
9) El señor A habla.
10) El señor A sigue hablando.

FIN

lunes, 3 de noviembre de 2008

Pausasasasasa


Hola, soy yo. Estoy un poco cansado, tengo sueño y creo que debería compartir estas sensaciones con alguien, aunque creo que nadie leerá esto. ¿o sí? Bueno, pues eso. Mañana escribiré un poco más , quizás, porque ahora mismo no se me viene nada a la cabeza y no creo en eso de 90% transpiración y 10% inspiración. En los próximos días conslutará esta actualización y espero ver comentarios de todos vosotros, Lucas, Marco, Reni, Lau y el resto, también de los pequeños Varligan y sus primos. ¿Sabéis? Hace mucho tiempo que no sé nada de vosotros y me gustaría que me escribieseis más a menudo porque realmente os aprecio. Hoy estuve trabajando duro en la granja. Si no he escrito antes es porque por aquí tampoco hay mucho que contar. Ya sabéis cómo es el invierno en este parte del país y la vida en el campo es dura. Diréis también que solitaria, es cierto, pero esa ha sido mi elección y, lejos de arrepentirme de ella, creo que era la mejor que tomado en muchos años. Os escribo estas palabras para deciros que, dada mi situación, y tras mi desafortunado último viaje, como bien todo sabéis y educadamente evitáis mencionar, nos estoy en las mejores condiciones para sentarme y explicaros detalladamente mi nueva vida porque aún quedan unos peqeños flecos que cerrar. Sé lo que pensaréis y sí, también aquí hay papeleo que arreglar. Bueno, quizás mañana tenga más tiempo y os detallaré mis , mis...lo que sea. Un abrazo a todos y no os preocupéis. Saldré adelante.

jueves, 1 de mayo de 2008

Viva Andrés Pajares


Me duele ver cómo la maldita prensa rosa se empecina en hundir la carrera, e, incluso, la vida de uno de los más grandes artistas que ha hado nuestro cine: ANDRÉS PAJARES.
Este ilustre, quien no podría tener un apellido mejor, ha cojido por los cuernos, junto a Fernando Esteso y otros secundarios de lujo (Antonio Ozores, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez) al decaído cine español y, en tiempos difíciles ha dejado su impronta que reflejará, hasta el fin de los tiempos, la edad de oro del cine español. Porque, camaradas, (permítanme este apelativo ahora que rememoramos el 40 aniversario del mayo del 68), este genio del celuloide maravillado por doquier a jóvenes y adultos, mostrándonos la España que todos queríamos ver, y que todavía añoramos, el destape. Este término ha adquirido con el tiempo un sentido injustamente peyorativo. Quizás si le llamásemos "le destap cinemá" sería mejor aceptado. Amigos, ¿acaso no recuerdan obras maestras como "yo hice a Roque III, Los extremeños se tocan, un adulterio decente, los novios de mi mujer, ¡qué cosas tiene el amor¡ o las obras maestras "los bingueros", "los liantes", "padre no hay más que dos", "el currante", "agítese antes de usarla", "la Lola nos lleva al huerto" o "playboy en paro".
Pido desde mi humilde morada que así como volvió Stallone con sus sempiternos Balboa (no confundir con el jugador "blanco") y Rambo, o Ford con Indy, o la innecesaria nueva entrega de John McLaine y sus renqueantes andanzas, que vuelva la pareja que tanto nos hizo reír y admirar esa España cañí, de pandereta, suecas, vino y lerele. Admitamos que el cine español es una basura sin futuro, recuperemos lo que nos hizo grandes, lo único que sabemos hacer, es decir, hacer reír. Amigos, aquí no tenemos Hollywood, y nunca seremos Francia, pero tenemos el destape. Debemos ser quienes somos, vivir con ello, conservar nuestra identidad, para lo bueno y para lo malo. Maldita sea, unámonos, camaradas para recuperar a estos dos grandes injustamente denostados por la maldita prensa. ¡Viva la risa! ¡Viva Andrés Pajares!

martes, 15 de enero de 2008

Aviso para cinéfilos

Primeramente me alegro de que por fin el 2008 vayamos poco a poco insertándonos en el mundo laboral. Mauro ha logrado iniciar su carrera futbolístico-periodística con buen pie, Daniel ha empezado su carrera laboral con una buena beca , a pesar de los problemas lingüísticos y de no paridad en cuestión de sexos. Yo he empezado hoy con una beca como redactor o algo así en una revista llamada "estaciones de servicios". Como comprenderán el tema me parece aburrido hasta decir basta, pero en fin, quería empezar a hacer algo por las tardes y vaya si haré porque lo peor de este trabajo es llegar hasta él, pues debo coger dos cercanías y dos metros, es decir, una hora para ir y otra para volver. Terríbile. Sólo espero que no me afecte en los exámentes y poder aprobar todos o casi todos.
Creí que debía avisarles de una promoción increíble que acabo de leer en el país. A partir de este sábado, gratis con el periódico, darán una película magistral con un libro que explica el cine del director. ¡Totalmente gratis!: ciudadano kane, million dollar baby, match point, la naranja mecánica, toro salvaje, el hombre elefante, vértigo, el apartamento, el maquinista de la general, el bueno, el feo y el malo ,el acorazado potenkin, etc. Impresionante.

miércoles, 9 de enero de 2008

Una historieta de amor


Michel Trusevitch había soñado con morir como un poeta maldito y surrealista. Sabía que por entonces la pena de muerte era el castigo inevitable para los incendiarios de edificios habitados. No quiso defenderse, por ello aceptó gustoso el abogado que en Francia llaman "de oficio" porque se le supone sin ninguno dada su gratuidad. Era un viejo mutilado de la primera guerra mundial patriota y católico: el cancerbero pintiparado para conducirle al cadalso.
Pero aquel hombre, que no podía comprender ni al surrealismo ni a Trusevitch, defendió con tan buena fe y argumentos de cajón la tesis de la locura del poeta pirómano...que así lo estimó el tribunal.
Trusevitch había pasado tres años en la cárcel de La Santé sin llegar a convertirse en un mártir del surrealismo. Limpio de polvo y paja tras el veredicto, Trusevitch fue albergado en un hospital psiquiátrico, donde también estaba recluida una fragilísima adolescente con estampa de efebo. Al cabo de diez minutos de conocerla, Trusevitch, impulsado por un arranque montaraz,
abrió la cabeza de la adolescente con una litrona. Tres semanas después, del brazo salieron del hospital y durante un cuarto de siglo más tarde formaron una pareja original y sosegada que trocó la provocación por la seducción...