martes, 15 de enero de 2008

Aviso para cinéfilos

Primeramente me alegro de que por fin el 2008 vayamos poco a poco insertándonos en el mundo laboral. Mauro ha logrado iniciar su carrera futbolístico-periodística con buen pie, Daniel ha empezado su carrera laboral con una buena beca , a pesar de los problemas lingüísticos y de no paridad en cuestión de sexos. Yo he empezado hoy con una beca como redactor o algo así en una revista llamada "estaciones de servicios". Como comprenderán el tema me parece aburrido hasta decir basta, pero en fin, quería empezar a hacer algo por las tardes y vaya si haré porque lo peor de este trabajo es llegar hasta él, pues debo coger dos cercanías y dos metros, es decir, una hora para ir y otra para volver. Terríbile. Sólo espero que no me afecte en los exámentes y poder aprobar todos o casi todos.
Creí que debía avisarles de una promoción increíble que acabo de leer en el país. A partir de este sábado, gratis con el periódico, darán una película magistral con un libro que explica el cine del director. ¡Totalmente gratis!: ciudadano kane, million dollar baby, match point, la naranja mecánica, toro salvaje, el hombre elefante, vértigo, el apartamento, el maquinista de la general, el bueno, el feo y el malo ,el acorazado potenkin, etc. Impresionante.

miércoles, 9 de enero de 2008

Una historieta de amor


Michel Trusevitch había soñado con morir como un poeta maldito y surrealista. Sabía que por entonces la pena de muerte era el castigo inevitable para los incendiarios de edificios habitados. No quiso defenderse, por ello aceptó gustoso el abogado que en Francia llaman "de oficio" porque se le supone sin ninguno dada su gratuidad. Era un viejo mutilado de la primera guerra mundial patriota y católico: el cancerbero pintiparado para conducirle al cadalso.
Pero aquel hombre, que no podía comprender ni al surrealismo ni a Trusevitch, defendió con tan buena fe y argumentos de cajón la tesis de la locura del poeta pirómano...que así lo estimó el tribunal.
Trusevitch había pasado tres años en la cárcel de La Santé sin llegar a convertirse en un mártir del surrealismo. Limpio de polvo y paja tras el veredicto, Trusevitch fue albergado en un hospital psiquiátrico, donde también estaba recluida una fragilísima adolescente con estampa de efebo. Al cabo de diez minutos de conocerla, Trusevitch, impulsado por un arranque montaraz,
abrió la cabeza de la adolescente con una litrona. Tres semanas después, del brazo salieron del hospital y durante un cuarto de siglo más tarde formaron una pareja original y sosegada que trocó la provocación por la seducción...