lunes, 19 de enero de 2009

My Mauberry Nights


Y entonces se fue... Fue una noche dura. James se sentía como la noche antes de su partida a Varsovia, aquel lejano jueves o viernes de 2004. Tenía que acostarse pronto para madrugar y coger aquel solitario autobús que le llevaría a su ciudad natal. Pasó sus últimas horas en el piso entre copas y risas, para pasar, minutos después, a la soledad de su cama, donde, tristemente, todos sus días acababan y empezaban. La mañana siguiente no fue fácil. Lo más duro de un viaje, para él, eran dos cosas: que nadie te esté esperando en tu destino y tener que hacerlo solo. Acostumbrado a lo primero, le entristecía lo segundo. A eso de los 10:10 AM, se disponía a marcharse, cuando pudo ver que el pequeño señor M se acercaba a despedirse. En ese momento quiso llorar, pero su maldita imagen de tipo duro insensible le puso en su sitio. Sabía que si se despedía con un abrazo se desmoranaría todo ese castillo de hombría que tantos años le costó edificar. Su pétreo corazón mutó en hielo en cuestión de segundos y sospechaba que si tardaba mucho en marcharse comenzaría a derretirse. Se sentía mal. A pesar de saber que hacía lo correcto, sentía una mezcla de confusión, culpa, fracaso y melancolía. Esa puerta iba a cerrarse y tardaría en abrirse. A pesar de la dolorosa situación, el señor M, hacía un esfuerzo por esbozar una sonrisa difícil de interpretar al tiempo que brillaban sus melífluos ojos y su rebelde cabello comenzaba a acariciar su blanca tez. No era el viento, era su lamento que, azotado por el silencio, intentaba averiguar cómo salir del paso de un instante tan corto y lleno de tanto sufrimiento. Se sorprendía a si mismo de su facilidad para marcharse de los sitios. En los últimos 4 años había vivido en cuatro ciudades distintas y siempre se marchó cansado de cada una. Ahora tocaba volver a donde todo empezaba y seguía pensando en cuánto tardaría en cansarse de todo y cambiar de trabajo antes, incluso, de comenzar en el nuevo. Quizás todo fue un error y nunca quiso ir a Madrid. Quizás sólo necesitaba marcharse, cambiar de aires, alejarse un poco. Quizás llevaba años en busca de algo que todavía no había encontrado. Quién sabe, hay quien dice que la gente viaja en busca de algo y vuelve para encontrarlo. Ojalá fuese así. Había oído hablar de lo difícil que era sobrellevar la soledad en una gran urbe, sintiéndote como un pececillo en medio del océano. Pero quizás es mayor la soledad cuando no tienes cerca a la gente que te hace reír, que te acompaña al cine, que comparte pizzas contigo, películas proyectadas, fútbol televisado, visionados de todo tipo de material audiovisual. Veáse lo bueno del asunto: ya no tendría que esforzarse más en dilatar esos breves momentos previos a la marcha del señor M a su catre, entre sandwiches y chocapic, dos hombres en dos sofás y con un mismo corazón. James siempre pensó que su hermano pequeño se habría parecido mucho al señor M. James sentía la necesidad de tener cerca un Picatoste, para mantenerse a flote en el mar.


"Hablarás bien si tu lengua es capaz de entregar el mensaje de tu corazón" (John Ford)

3 comentarios:

M€ dijo...

Me ha emocionado usted. Muchas gracias.

Enrico Palazo dijo...

Orgullo, pase lo que pase siempre orgullo, has llegado hasta aqui no? pues eso.

Atentamente

Anónimo dijo...

muy bonito...realmente muy bonito y dont worry...yo creo que todos estamos en busca de ese ALGO que viene y va, que parece que lo tenemos y se esfuma y sé que no es consuelo que se padezca esa insatisfacción en masa, pero si es así y si así pasa por algo será....no tardaremos en descubrirlo! ya lo verás!!!...