
En pocos días, Don A ha pasado de Madrid a Vigo, del estrés de pensar que podría tener alguna enfermedad importante a la tranquilidad de recuperar su vista y poder disfrutar de ella. De la desesperación de no encontrar trabajo a encontrar uno. Aquél había sido uno de esos pocos momentos, fútiles par muchos, vitales para él, que se llevaría a la tumba. Porque en momentos así uno descubre de qué pasta están hechas algunas personas. Los tornas habían cambiado y uno de sus dos grandes objetivos para ese verano ya se había cumplido. Lo que no mata debería hacernos más fuertes. Ha merecido la pena.
3 comentarios:
hola ignatius,
me alegro mucho de que por fin tengas en tus manos las ansiadas riendas de tu vida. yo, en fase aun de espera, ansío llegar a agarrar las mías...
bienvenido al resto de tu vida, espero que sea de lo más agradable ;)
beijinhos
En la foto sales muy bien.
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