lunes, 22 de junio de 2009

Let the right one in

Nunca se había dejado llevar por los estereotipos. Muchas veces le habían dicho que era un tipo raro, pero ya estaba acostumbrado a vivir así y no daba demasiada importancia a las rarezas de aquella chica que acababa de conocer. Ahora ella se había ido lejos y él se conformaba con el mundano placer que le daba el calor del agua de la piscina cuando realizaba ese tonto conteneo con sus piernas.

Aquello había empezado como un encuentro casual, marcado por un infantil juego de desdenes. Y ahora, sin darse cuenta, la estaba idolatrando, en el fondo de una piscina. Una mano cruel y visionaria le había ayudado a ver las cosas claras. El frescor de las burbujas deslizándose por su espalda no compensaba su imperdonable falta de valentía, y por eso, estaba donde se merecía. Rodeado de nada, víctima de una mano tendida, esta vez, no para invitarle a caminar a su lado, sino para acabar con él. Víctima de sí mismo. Quizás él no era uno de ellos y merecía estar donde estaba. Quizás ése era su sitio. En el fondo. Oculto de la vista de los demás. Sin molestar.

Sabía que se hundiría en pocos segundos y lo único en que podía pensar era en todo aquello que pudo haber tenido y de que decidió prescindir sin darse cuenta. Recordaba la frase de Platón de que "nadie puede envidiar aquello que no conoce". No estaba de acuerdo. Envidiaba aquello que tuvo tan cerca y no supo tener. Es muy cruel. Lo más crudo de matar a alguien no es quitarle todo lo que tiene, sino aquello que puede llegar a tener. Matar sus sueños. No podía creer que todo aquello moriría en el olvido. Maldecía la incorporeidad de los sentimientos. Se hundirían con él por no haber sabido plasmarlos. Harto de que la gente le vendiese la moto con eso de que tenía toda una vida por delante. Cuando empezaba a fijar las plantas de su nueva vida, ésta le daba la espalda.

1 comentario:

estefanía vázquez dijo...

me encanta, veré la peli en cuanto tenga oportunidad, para entender todos los matices.
muy bueno... al leerlo se me hace cuesta arriba cualquier intento de escribir la mitad de bien.
feliz noche de san juan y disculpa otra vez (me alegro de ir volviendo a ser yo)