martes, 26 de mayo de 2009
Luces de Bohemia
lunes, 25 de mayo de 2009
State of Play
lunes, 18 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
"Caballeros, voy a contarles un secreto", comenzó su alocución. "Hace apenas dos meses, me consideraba el hombre más infeliz del planeta. Miraba a mi alrededor y no encontraba motivos para albergar esperanzas. Las imágenes que provocaban risa ya distaban demasiado en el tiempo y comenzaban a representarse un tanto difusas. He pasado demasiado tiempo sin reírme, víctima de la mala fortuna, y tras superar ese etapa de agobio existencial sin ver mejorar mi estado, acabé acomodándome en una ataraxia insana que ha hecho de mí un cerdo autómata que nada sentía ni padecía. Nunca he creído en esas bobadas de la ley de la atracción. Siempre consideré esas teorías delirios fanfarrones de nuestro inquieto y aburrido pueblo socialista. Pero he de reconocer algo. Creo en el equilibrio. Y sé que a veces compensa pasar 10 años de tortura para disfrutar de un pequeño triunfo. Porque ese día puede durar mucho más tiempo en nuestro recuerdo. Y ese recuerdo no necesita ser representado por una simple imagen. Asi, la semana pasada, calmé el tedio de mi inexistencia, repasando las fotos de mi juventud. Es curioso cómo una ilusión puede representar tan fielmente una realidad pasada. Cómo un insignificante instante puede significar tanto para alguien. Cerré con fuerza los dos ojos a la vez para retener la imagen antes de apagar la luz. Una vez a oscuras, parpadeé repetidas veces, conservando aún pequeños detalles lumínicos del aquel feliz momento. Mi memoria hizo el resto. Como les dije, creo, desgraciadamente, en el equilibrio, el yin y el yan. Es necesario que unos sufran para que otros se diviertan. Todavía no comprendo del todo por qué, pero así parece ser, por muy injusto que me parezca. Al término de mi ejercicio foto-mental salí, como todos los días, a dar un paseo. Salí en busca de nada, todavía con la estúpida sonrisa pintada en la cara por el magnífico pincel de mi benévola memoria. Fue entonces cuando sentí aquello por vez primera en mis 10 años de penitencia. Fue un breve instante. No acostumbraba a salir de casa con una tonta sonrisa en mi cara. Mucho menos me esperaba que alguien más se contagiese del perfume de aquélla y sintiese curiosidad por su origen. Quién sabe, a veces la vida te brinda una segunda oportunidad. Sólo puedo decirles que mi larga espera ha merecido la pena y que desde entonces me río solo muy frecuentemente, no me incomodan los silencios, de hecho, muchas veces me mueven a risa, por lo ridículo de la sensación. Escucho y veo cosas que antes no percibía, no me inquieta la soledad, ni necesito luz para dormir. Incluso, a veces, no salgo solo a pasear.
miércoles, 6 de mayo de 2009
Todo es para bien
Lou recordaba las grandes tardes del pasado. Por un lado, superficies verdes, aguas transparentes, inocencia ahora perdida (entonces ignorada, aunque disfrutada), noches sin mentiras, sonrisas sinceras, decir todo lo que te pasa por la cabeza, correo ordinario, deporte, dibujos animados, videoconsolas, la primera chica, los primeros indicios de bello facial, las primeras diotrías, el mar, las pozas, pescar en familia, la Familia, algunos que ya no están, carcajadas, tonteos, amagos de peleas, televisión en blanco y negro, bocadillos de nocilla para todos, fiestas con mediasnoches y fanta, cantar sin pasar vergüenza, no preocuparse por el futuro, no preocuparse por ser responsable, hacer planes, ver factibles los sueños, pensar qué ser de mayor, juegar a lanzar ondas vitales, tratar a las chicas como si fueran chicos, no saber cómo tratarlas, gritar, recibir cachetes, bofetadas (pocas y justificadas), risas sin motivo, abrazos y besos sin vergüenza, balonazos, caídas que no duelen, descuido, rechazo a la imagen, valores, amistad, lealtad. También podría recordar algunas cosas malas, pero aunque esas cosas seguramente le habrían marcado profunda y definitivamente, tenía gran facilidad para olvidarse, o por lo menos, para no pensar mucho en ellas y quizás haberlas sustituido por otras que sí le servían para sentirse bien, tal vez porque le ayudaban a conciliar el sueño y convencerse a si mismo de que lo que una vez le llenó de ganas vivir podría volver a ocurrir y que no había motivo para no creer en ello. El mundo es muy grande y el ser humano más. Unas veces la rueda está arriba y otras abajo. La única incógnita es a qué velocidad se mueve la rueda y cuánto tardaría en dar media vuelta más. Una cosa tenía clara, tenía que poner algo de su parte. Y cuando volviese a ver una luz, no debía apartar la mirada por el miedo a ser cegado, sino que debería arriesgarse a quedarse ciego, ya que a veces se ve mejor así. A veces, en la soledad de su escritorio y con su máquina de escribir como única compañía recordaba con melancolía aquellos no tan maravillosos años, que, curiosamente casi coincidían con sus mejores y lejanas edades. Bajaba la cabeza, sentía un ligero vacío, un agridulce dolor y luego se sonreía pensando que quizás gracias a todo eso él era quien es. Luego se preguntaba si es mejor ahora que antes, si mereció la pena. Por supuesto que no. Pero qué demonios. Shit happens, y si happens, por algo será, o quizás por nada, y si esto así fuere, entonces no merecía la pena pensar en ello. Y así se pasaban las horas baldías hasta que algo importante le pasaba, algo en lo que ocupar su tiempo y no perderlo aporreando las teclas de su vieja amiga que ya pedía a gritos una merecida jubilación. Se rascó la barba, se tumbó en el sofá y curiosiamente se sentía bien. Sabía que el equilibrio es necesario y justo. Tenía que sufrir para luego divertirse. El problema es que cuando se divertía no se solía preparar para cuando los malos tiempos viniesen. No. Uno no piensa en eso. Simplemente disfruta del tiempo ganado. Se preguntaba hasta qué punto uno es víctima de sus obras y hasta qué punto puede forjarse un futuro, edificar una vida hecha a su medida. Cuánto había de aleatorio y cuánto de consecuente en nuestras obras. Se preguntaba tanto y tan pocas respuestas obtenía que enseguida se quedaba dormido. Además, sabía perfectamente que al día siguiente no recordaría nada de esas vagas reflexiones que a nada llevaban. Sabía que había algo que era fundamental y que le permitía conciliar el sueño perfectamente los días que el llamaba "afortunados". Había dado con su particular Diosa Fortuna y se alegraba por ello. Sin darse cuenta se había rodeado de gente que le insuflaba de aquello de lo que precisamente últimamente andaba un tanto escaso. Empezaba a valorar lo importante que es rodearse de gente mejor que uno mismo. Quién sabe, quizás él, sin darse cuenta, también estaba ayudando a alguien a conciliar mejor el sueño. Buenas noches.
martes, 5 de mayo de 2009
You´ll never walk alone
domingo, 3 de mayo de 2009
Feliz Ano Nuevo
Era, sin duda, el reto más importante de su vida. Lo más curioso es que los remordimientos no le invadían a pesar de tener a todo el Opus escandalizado por la genial idea que entonces tuvo de abrir aquella botella de tequila en su solitario cuartucho apenas dos horas antes de oficiar su primer bautizo. Aquel brebaje, y apenas dos tostadas untadas de su inseparable tarro de Nutella fueron el único alimento que ingirió esa tarde. El, posiblemente, hombre más serio de Albacete, se convirtió, en cuestión de horas, en el sacerdote más cachondo del pueblo. Habitualmente parco en palabras, comenzó a saludar a sus vecinos con cierta altanería y generosas gotas de megalomanía exacerbada, lanzando las redes de su simpatía a diestro y siniestro por los alrededores de la Iglesia. Los asistentes a la Eucaristía fueron testigos perplejos de la fluencia de barbaridades que nuestro hombre, al final de aquélla, soltó por su desvergonzada boca. Completamente hundido y con unas braguitas azules a modo de birrete, Lucas se despertó al día siguiente en su catre llevándose una mano a la cabeza y otra a su ano por el dolor sufrido en esta parte de su cuerpo. Su dolor sería infinitamente mayor cuando leyó el resguardo de su aportación de 2.000 euros a la Fundación de Sacerdotes Homosexuales de Castilla-La Mancha datada de apenas 7 horas antes. No le placía haber sido chingado por vez primera de aquella forma tan poco digna para un hombre de su alcurnia.