martes, 5 de mayo de 2009

You´ll never walk alone


Recordaba aquel viaje perfectamente a pesar de no haber gozado nunca de una memoria privilegiada. Pero es que dicen que uno recuerda aquello que realmente le marca y elimina involuntariamente todo aquello que no le punza. Dicen también que uno viaja en busca de algo y vuelve para encontrarlo. No estaba de acuerdo con eso, porque conocía casos de gente que o bien ha viajado para no volver y quien también ha vuelto tras encontrar lo que quería para volver a vivir en su lugar de origen. Quizás él haya sido uno de esos. Había oído comentar tantas veces que hay que aprovechar la juventud porque es la mejor edad, que se había olvidado completamente de que todavía era joven y fuerte y que algunos valores como la ilusión, la esperanza y otros tantos no sólo no cesan con los años, sino que se hacen a menudo más fuertes e indispensables cuanto más viejos nos hacemos. De aquel viaje curiosamente no podía contar nada. Se había pasado casi todo el tiempo en el hotel, aquejado de sus habituales problemas estomacales. Además, aquella comida, para él excesivamente picante, le había sentado como una maldita bomba. Para más inri, el tiempo era pésimo y no podría disfrutar de aquellas tan alabadas playas de las que tanto le había hablado su hermano. Es cierto que no podía contar mucho a la vuelta. Ni siquiera pudo hacer fotos, pues la desesperación de haber perdido el equipaje en el taxi le había disuadido de comprar una de esas camaruchas de usar y tirar que vendían en los quioscos. Empezaba a cansarse de la gente. Sentía que todos le miraban y de una forma agradable, sino más bien todo lo contrario, hasta llegar a apartarse como si fuera un apestoso que quisiera contagiarles alguna enfermedad. Ahora, tras el largo viaje, sentado sobre su cama, aún sin hacer, miraba por la ventana y recordaba el único momento que había conseguido rescatar. Se preguntaba si lo había soñado a lo largo de alguna de las cabezadas involuntarias que dio durante el trayecto o en la Odisea que supuso intentar conciliar el sueño en el hotel. El hecho es que recordaba con curiosa nitidez aquella imagen en que una niña muda le cogió de la mano, poco antes de irse al aeropuerto y le llevó calle arriba correteando entre la turba. La niña sonreía ilusionada y le miraba con curiosidad. Supuso que sus rasgos faciales distaban bastante de los habituales en aquel país y eso llamaba su atención. Doblaron la esquina y la niña deceleró el ritmo y le acompañó hasta un descampado. A medida que iban caminando, a él le daba la impresión de que esa niña se iba haciendo mayor. El camino era largo y quizás llevando más tiempo del que se imaginaba con ella. Lo curioso es que un ningún momento había intentado ninguno intercambiar palabra alguna, por lo que todavía no conocía su voz. Era una de esas niñas con una cara muy graciosa, que al regalar una amplia sonrisa, son ojos oscuros menguaban hasta casi desaparecer. Eso le hacía sonreír a Lou. Sin quererlo, le reconfortaba. Poco a poco, el ruido iba desapareciendo hasta reducirse tan solo al suave ulular del viento que mesaba el lacio, largo y oscuro cabello de la muchacha. Se respiraba paz a cada paso. Su mano derecha, asida por ella, la izquierda extendida sin saber por qué se balanceaba casi con gusto. No sabía cuánto tiempo llevaba así cuando parecía que el camino llegaba a su fin, al morir en un precipicio. Aun así, la niña no deceleraba su ritmo. Ya en el borde, él estaba asustado y se asomó para observar las vistas. Reculó temerosamente tras no ver el fondo ni qué había al otro lado, pues la niebla no le dejaba ver. Sin entender bien cómo, la niña ya no era tal, sino una chica de su edad. Pero ahora era él quien había menguado y se veía como un niño, con el miedo lógico a caminar solo. Ella le sonrió como diciendo que no hay nada que temer y tiró de él hacia adelante. Él tuvo miedo y se soltó, dejándola caer al vacío a pesar de tener la impresión de que, por muy raro que pareciera, quizás podría seguir caminando aunque no hubiese camino.

7 comentarios:

estefanía vázquez dijo...

me pieldo! me pieldo!
tienes q explicarme unas cuantas cosillas, que mi cabecita esta vez no dio... :P

Ignatius J. Reilly dijo...

¿Qué cosas? Aunque no prometo explicarlo todo.

M€ dijo...

¿Pero te la tiraste o no?

M€ dijo...

Perdón, quería decir si realizaste el acto físico del amor con aquella bella dama.

M€ dijo...

Perdón, quería decir que si ejecutaste la penetración vaginal al tiempo que realizabas cimbreantes movivientos con tu apolíneo cuerpo.

M€ dijo...

Perdón, quería decir si tienes un bolígrafo, que al mío se le ha acabado la tinta.

Ignatius J. Reilly dijo...

¿Debo entender por bolígrafo su pene, caballero? Es un usted un tritón.